Hoy la vida me hizo un regalo inesperado.

Me volví a encontrar con la canción "Too Young to Die" de Jamiroquai, un tema que no aparecía en mi vida desde hacía 30 años, y sentí que algo se prendió adentro mío, como un cuarto que vuelve a iluminarse después de estar mucho tiempo cerrado.

Enseguida viajé a aquel momento. Un concierto de Jamiroquai que todavía está en mi memoria, Tokio 1995. Un Jay Kay joven, eléctrico, moviéndose con esa mezcla de libertad y vértigo que solo tienen los artistas cuando todavía no saben que están haciendo historia.

Treinta años después, la canción volvió a sonar y los recuerdos llegaron intactos. No como nostalgia, sino como una verdad viva.

La música tiene ese don. No explica nada. Te lleva. Te abre. Te devuelve a vos mismo sin pedir permiso.

Me impresionó lo rápido que pasó todo.

Cómo crecí, cómo cambié.. y cómo sigo siendo en el fondo, esa misma chica que se emocionó en ese momento con esa canción, llena de curiosidad, de ganas, de futuro.

Terminé el día con una sensación luminosa. La vida corre, pero también guarda pequeños milagros…

Hoy viajé treinta años sin moverme del lugar.

Y en ese viaje simple y profundo entendí que sigo despierta, presente, y con muchas historias más por vivir y por contar.

Elita