La marca Essen lanzó un nuevo robot de cocina, y lo comunicó con un video que, lejos de ser técnico o comercial, elige contar una historia.

En el centro, una palabra: Essen. Que en alemán significa “comer”, sí, pero también significa “hogar”. Es la voz de una mamá llamando desde el campo, el recuerdo de una mesa compartida, el lugar donde pasan las cosas importantes aunque muy pocos lo noten. 

Me hizo pensar en lo que significa realmente cocinar. En cómo, incluso en un mundo apurado, la cocina sigue siendo un lugar de encuentro, de pausa y de presencia. 

En mi familia la cocina también era el centro. No por su tamaño, ni por sus ollas y sartenes, sino por lo que pasaba: las indicaciones de mamá, el aceite de oliva mendocino, las charlas con mi hermana, los platos preferidos de papá, las zanahorias de la huerta… esos gestos pequeños que hablaban como susurrando. En mi casa, cocinar siempre fue una manera de decir “te vi”, “te pensé”, “esto es para vos”.

Por eso ese video de Essen me quedó resonando. Porque nombra algo esencial: el acto de dar. No se trata solo de preparar un plato, sino de ofrecer un momento. Tal vez por eso se dice que cocinar tiene algo de ceremonia. Aunque elijan ayudarnos con nuevos dispositivos, el valor no está solo en el tiempo que ahorramos, sino en lo que hacemos con ese tiempo.

Porque en la cocina pasa la vida y, en cada comida compartida, hay una forma de decir “estamos juntos acá y ahora, ¿qué más podemos pedir?”.